"La misión del artista es hacer que el alma sea perceptible. Nuestra cultura materialista entrena a desarrollar los ojos de la percepción externa. El Arte Visionario fomenta el desarrollo de nuestra visión interior.
Para encontrar el reino imaginativo, usamos el ojo interior intuitivo: El ojo de la contemplación, el ojo del alma. Todas las ideas inspiradoras que tenemos como artistas se originan aquí. El reino imaginativo abarca todo el espectro de espacios imaginables, del cielo al infierno, de la infinidad de formas de huecos sin forma.
El psicólogo James Hillman lo llama el reino de la imaginación. El poeta William Blake lo llamó la imaginación divina. Los aborígenes lo llaman el tiempo del sueño, y los sufíes lo llaman alam al-mizal. Para Platón, era el reino de los arquetipos ideales. Los tibetanos lo llaman el sambhogakaya, la dimensión de la riqueza interior. Los Teósofos se refieren a los planos astral, mental y nirvana de la conciencia. Carl Jung nombraba a este reino el inconsciente colectivo simbólico.
Nosotros los artistas visionarios elegimos llamarlo, el Reino Visionario. Es el espacio que visitamos durante el sueño y los estados elevados de conciencia.
En todas las tradiciones el arte sagrado comienza con la visión de futuro. "Cánones divinos de proporción", símbolos místicos, y escritura sagrada fueron la sabiduría que hallaron los primeros maestros y artistas; recibieron los arquetipos originales a través del contacto con el divino reino visionario. La obra de arte se convierte en una forma para que los espectadores nuevos o expertos tengan acceso al dominio trascendental asociado. En el arte sagrado el trabajo en sí es un medio: un punto de contacto entre el mundo espiritual y el mundo material."
Alex Grey